Después de una plácida jornada de martes, con tintes de domingo, por eso del festivo, afronto la noche de víspera de cara a mi vuelta a la realidad laboral. Acabamos de llegar a casa después de dar una vuelta por una fría Sevilla de primero de mayo y de contribuir a la tasa de colesterol con una cena a base de hamburguesas, chips, ketchup y su poquito de mostaza. Hacía años, esto _claro está_ es una exageración, que no comíamos en un burguer y la verdad es que ya se apetecía. Al cuerpo humano le va la marcha, pisotearse de vez en cuando echando por tierra tus esfuerzos y objetivos de lograr un cuerpo medianamente decente, sacrificios en horas de gimnasio y sudores, con las miras puestas en unas inminentes jornadas playeras en las que los vicios invernales quedan todos al descubierto. Allí no hay trampa ni cartón. Es como si de un escaner se tratase, se ve todo, las hamburguesas de más que uno se ha comido, los pastelitos y los azúcares prohibidos, las patatas y toda la extensa gama de fritos variados, etc, etc, etc...
Ay que ver lo que cuesta mantener un cuerpo a raya, sobre todo cuando uno ya tiene una edad en la que los 30 nos dan la mano cada vez más cerca. Para ver los efectos devastadores de los años, aunque pienso que con la madurez los cuerpos van tomando su verdera esencia, nada mejor que martirizarte en una masoquista sesión de contemplación de fotos antiguas. Ay que ver lo delgado que sale uno en todas ellas. Y te preguntas: ¿qué coño hacía yo entonces que no haga ahora? Si yo siempre he sido de buen comer y llevo más años que Matusalén yendo al gym. Claro, pero entonces tenía 23 ó 24 y ahora ya 28. ¡Qué desastre!
Con la llegada del buen tiempo y una vez pasadas las fiestas de guardar, Semana Santa y Feria, comienza lo que popularmente seconoce como operación bikini u operación bañador, es decir, una emigración masiva a las salasde gimnasia para lograr en dos meses, de caraa las vacaciones de verano, lo que no hemos logrado en un año: mantenernos a raya.
La superficialidad y las valoraciones a primera vista, marcan, nos guste o no, nuestro devenir diario. Ahora lo que prima es un cuerpo bien, mas o menos, formado, siendo un lastre muy pesado los michelines. Como muestra, un botón, de esta cultura del físico 10 y las primeras impresiones, nada mejor que contemplar una de las mejores, series, para mi gusto, que nos han exportado de América, Nip/tuck o para los castellanófilos, 'A golpe de bisturí'. Una excelente sátira de la sociedad de la imagen perfecta, en la que dos cirujanos plásticos se hacen un importante hueco en la sociedad gracias a sacarle a sus clientes "¿Qué es lo que no te gusta de tu cuerpo?". La serie con un guión sorprendente en el que cada capítulo va más allá, pone de manifiesto que esa "perfect life" que anuncian en la sintonía decabecera va mucho más allá de una simple talla 90 de sujetadoro una liposucción para perder los michelines. La im-perfección se pone en evidencia en matrimonios rotos desde hace años, problemas derivados de esa superficialidad, como el SIDA, infidelidades, paternidades no reconocidas, niños que reclaman la atención de sus padres, etc.
Moraleja, que el que no se consuela es porque no quiere. Para que quiero yo una 'perfect life' si luego soy una persona desestructurada mental y psicológicamente. Más vale un michelín de más con sonrisa incluida que un cuerpo perfecto y amargado. A mi por lo menos me ha consolado, después detodo un post lanzándome piedras. ¿Y ustedes?