¿Quién ha tenido la genial idea de afirmar tan rotundamente y dejar para la posteridad, como uno de los muchos tópicos, que los personas homosexuales tienen un alto poder adquisitivo?
Que vengan a mi casa y que lo vean. No, yo no vivo en Chueca, no visto de Dolce & Gavanna, ni tengo un físico perfecto y depilado. O yo he dejado de ser gay o los tópicos siguen a la orden del día en una sociedad en la que lo vital es poner una etiqueta a las personas, como si de camisetas del Zara Tara se tratasen, según la tara y el precio que luzcan.
Cuando siguen resonando los ecos del Día del Orgullo Gay(28 junio) y Madrid se recuperar de haber sido la capital del mundo rosa, tras acoger los actos del Gay Pride europeo, esta mañana he terminado una novela sobre homosexuales, Contra Natura, del Premio Planeta, Álvaro Pombo. En el mismo, durante 557 páginas, Pombo refleja en una novela bastante realista dos formas de vivir una relación homosexual. Un editor jubilado y ya en decadencia física se enfrenta a su vejez con un atractivo y portentoso joven malagueño en Madrid en busca de la buena vida. Los miedos y negaciones contranatura de un tipo de relaciones mal vistas durante su educación se vienen abajo cuando descubre, bastante tarde, los goces de la pasión puramente carnal con un entrenador de futbito, antiguo amante de su joven amigo malagueño, que lo hace caer en la tentación. En la contraposición de la balanza, se opone una relación homo más racional, la que siente un amigo del editor jubilado por el joven malagueño. El sexo pasa a un segundo plano para dar paso a la bondad, los sentimientos paternales y las buenas intenciones. Uno de los dos tipos de relaciones sale triunfante, dejando al lector el juicio final de valorar ambas formas de expresar los sentimientos.
Dejando a un lado las buenas intenciones de la obra, con grandes cargas de poesía y filosofía, de nuevo, ¿será por qué es verdad?, los homosexuales aparecen como personas movidas por el sexo, el físico, las pasiones extremas y las prácticas sexuales más diversas y mórbidas. Los sentimientos sólo aparecen tras experiencias traumáticas o personas que ya han vivido lo suficiente como para añorar ahora un abrazo o una caricia porque sí y no porque preceda un encuentro amoroso.
Cada día que pasa y a medida que uno uno va madurando me identifico menos con la imagen del gay que se da en prensa, cine, tele o literatura. Como periodista que soy entiendo que lo que vende son determinados apectos del homosexual, que no niego que no sean verdad, pero que no lo estodo en su vida. Los homosexuales, además de follar, también se enamoran, sufren por amor y desamor, trabajan o están en paro, no todos se van de viaje a destinos exóticos ni van a la última en moda, estética y peluquería. Como decía una persona a la que entrevisté hace poco, ningún homosexual se parece a otro. Desterremos de una vez los prejuicios impulsados en parte por ideas eclesiásticas de que al no tener una familia o niño que amamantar, aunque esto esrelativo, nos sobra o malgastamos el dinero en una camiseta de Versace. A los que siguen con estas tópicas ideas en su mente yo les animaría a venir en visita guiada a mi pequeño pisito alquilado, abran mi armario y vean el tipo de ropa que guardo dentro. Eso sí, antes avisar, por si me pillan en alguna actitud comprometida...