jueves, marzo 22, 2007

Caminante no hay caminos...

Caminando. Así debo de estar desde hace días porque ni me paso por mi mesa de camilla para echarle un vistazo. Será porqueel frío va remitiendo y solemos tender hacia la calle, hacia fuera, huyendo dedentro, de lo tapado, de las enaguas... Sevilla está para caminar, para pasar los sábados y domingos, o los lunes y martes, de paseo, sobre todo después de los esfuerzos de la casa grande de la ciudad por crear espacios en el centro para los peatones, los que caminan o caminamos...
Los comerciantes podrán decir misa en latín o en hebreo, pero lo mismo es una avenida de la Cosntitución, como actualmente se presenta, peatonal y llena de público, que la antigua, poluta y llena de tráfico... Un casco antiguo tan bello como el sevillano está hecho para las personas y no para los vehículos, aunquea veces me tenga que comer el mío con patatas. Es un gustazo caminar, mirar a los que caminan, disfrutar del sol, el ambiente, un músico callejero que deleita a algunos transeuntes, niños correteando, una paloma... En ello se te va una tarde, paseando, caminando y dejándote llevar por las sensasiones de una recién estrenada primavera.
En eso ando yo recientemente en caminar, porque como me pare y piense en lo que hago, tengo o dejo de hacer, mesentaría y no me levantaría en el resto de vida que me queda. Poreso no quiero parar, porque no quiero pensar si hago las cosas bien o mal, o si hago lo quedebería estar haciendo, pero lo hago y camino y sigo adelante, buscando una parada, un lugar, punto, persona o cosa que llame mi atención, para detenerme, descansar y deleitarme con lo hallado y luego seguir caminando. Esa es la vida, un camino, que debemos andar, aunque sea a trompicones. Ladran, luego cabalgamos...

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