Caminando. Así debo de estar desde hace días porque ni me paso por mi mesa de camilla para echarle un vistazo. Será porqueel frío va remitiendo y solemos tender hacia la calle, hacia fuera, huyendo dedentro, de lo tapado, de las enaguas... Sevilla está para caminar, para pasar los sábados y domingos, o los lunes y martes, de paseo, sobre todo después de los esfuerzos de la casa grande de la ciudad por crear espacios en el centro para los peatones, los que caminan o caminamos...
Los comerciantes podrán decir misa en latín o en hebreo, pero lo mismo es una avenida de la Cosntitución, como actualmente se presenta, peatonal y llena de público, que la antigua, poluta y llena de tráfico... Un casco antiguo tan bello como el sevillano está hecho para las personas y no para los vehículos, aunquea veces me tenga que comer el mío con patatas. Es un gustazo caminar, mirar a los que caminan, disfrutar del sol, el ambiente, un músico callejero que deleita a algunos transeuntes, niños correteando, una paloma... En ello se te va una tarde, paseando, caminando y dejándote llevar por las sensasiones de una recién estrenada primavera.
En eso ando yo recientemente en caminar, porque como me pare y piense en lo que hago, tengo o dejo de hacer, mesentaría y no me levantaría en el resto de vida que me queda. Poreso no quiero parar, porque no quiero pensar si hago las cosas bien o mal, o si hago lo quedebería estar haciendo, pero lo hago y camino y sigo adelante, buscando una parada, un lugar, punto, persona o cosa que llame mi atención, para detenerme, descansar y deleitarme con lo hallado y luego seguir caminando. Esa es la vida, un camino, que debemos andar, aunque sea a trompicones. Ladran, luego cabalgamos...
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