Comienza a hablarse de la nueva entrega del agente secreto con más encanto del celuloide. Sí, el mítico James Bond, que, debo reconocer, sólo ha levantado(que mal suena esto con el tono que va a predominar en mi post) mi curiosidad desde su última aparición en la gran pantalla con el estreno como agente del, para mí al menos, 007 más atractivo de la historia, Daniel Craig. Nunca antes, lo confieso padre, había visto una peli de este estilo o estirpe. Paso de los Bond y los Bourne y de todo aquel producto con más explosivos que la cocina de una freiduría y que necesita de un diccionario de tecnicismos para entender los diálogos de sus protagonistas.
Pero con Craig todo cambió para mí respecto a este tipo de películas y debo reconocer y reconozco que aguanté como un javato delante de mi televisor durante más de dos horas con las aventuras y desventuras del rubio más duro de la corte de su majestad la reina.
Nadie apostaba un duro por este actor británico, eterno secundario, y que aún no había dado su pelotazo interpretativo. La cogieron con el muchacho y no lo entiendo, una vez visionada la cinta, al ver como se gana Craig su personaje con sangre, sudor y lágrimas. No he visto nunca, a excepción de la boda de Amanda en Dinastía, un señor enchaquetado o esmoquinado luciendo mejor los rasguños, heridas y manchas de sangre en su camisa blanca. Cuánto salto, cuánta pelea y hostia bien dada a los malos de la película, y que angustia pasé cuando por poco pierdo a mi Dani por culpa de un envenenamiento o accidente mal dado. Impresionante la escena de la partida de poker en el casino (por algo se llama Casino Royal) y más impresionado y para el recuerdo, siempre quedará grabado en mi retina, la escena de Craig o Bond, como prefieran llamarlo, ya que le da lo mismo, saliendo de una playa de Haití... Sin palabras y a la espera del ya anunciado Bond 22.
Craig anuncia muchas más escenas de acción y saltos de altura, pero alguien me ha chivado, no está contrastado aún, que en esta entrega Bond tiene un affeire o tonteo homoerótico(vete tú a saber). Esto sería el acabose, la gota que colmó el vaso o la lágrima que cayó en la arena para encumbrar al más alto pedestal de los dioses al agente más enigmático del celuloide en la persona de mi Sir Craig, Sir Bond.
1 comentario:
Y a mí que no me termina de convencer este Bond tan musculado y perfecto... El de la licencia para matar tiene que ser más flemático, más como Pierce Brosnan o como, por supuesto, Sean Connery. Soy clásica, hijo, qué le vamos a hacer. Claro que no le haría asco a esos pectorales... uhm.
Publicar un comentario