Me ha gustado mucho Herederos. Ha sido una de las series que más ha calado en mí en mucho tiempo, en lo que a producciones españolas se refiere, y todo gracias, sin duda, al trabajo que la gran Conche Velasco hace, metiéndose en el pellejo de la sinpar Carmen Orozco.
Podríamos decir que Carmen Orozco es como El Duque pero en mujer de alta cuna. Si hasta tiene la voz tomada de mafiosa. Una señora heredera de uno de los apellidos de mas abolengo de España, vinculada al mundo del toro por parte de padre, marido e hijo. Una mujer que no ha tenido una vida fácil por no nacer hombre. Algo que marcó a su padre y, por consecuente, a ella, a la que, según la propia Orozco, le pusieron nombre de puta. Desde muy joven tuvo que demostrar que como tú no te comas a la vida, la vida te come a ti. Y ella no estaba dispuesta a ser comida, así que con el asesinato de su padre, un estorbo y un sufrimiento para ella, inicia una terrorífica carrera de artimañas de todo tipo con el único fin de preservar la unidad familiar. Más padrino no puede ser el argumento, todo por la familia, aunque para ello haya que dejar alguna que otra mancha por el camino.
El universo Orozco está tejido por un entramado de engaños, pasiones, venganzas,amores posibles e imposibles, supervivencia, secretos de familia, toros y toreros(sin caer en la caspa), homosexualidad no reconocida, odio, falsas apariencias... En fin, todos los ingredientes necesarios para convertirla en una auténtica telenovela, eso sí, sin salir de las fronteras españolas.
Aunque, además de su argumento y de la genial interpretación de la Velasco, super conseguida como la mala malísima de la película (algo a lo que nos tiene poco acostumbrados Concha), destacaría de la serie la escenografía y su puesta en escena. Muchas secuencicias parecren sacadas de una obra de teatro, sobre todo, las que transcurren en la mansión Orozco, por la distribución de los personajes y los movimientos de cámara. Pero, sin duda, lo mejor son los diálogos y las frases lapidarias de Carmen, del estilo: "en esta casa no se suicida ni dios" o "me fio mas de mí que de Dios".
Muy buena, la verdad. Engancha y crea adición. Además, con ese final tan abierto y genial que remontó un flojo último capítulo, al más puro estilo Herederos, no es de extrañar que la Orozco vuelva y siga dando mucha guerra, aunque sea desde el mas allá...
Podríamos decir que Carmen Orozco es como El Duque pero en mujer de alta cuna. Si hasta tiene la voz tomada de mafiosa. Una señora heredera de uno de los apellidos de mas abolengo de España, vinculada al mundo del toro por parte de padre, marido e hijo. Una mujer que no ha tenido una vida fácil por no nacer hombre. Algo que marcó a su padre y, por consecuente, a ella, a la que, según la propia Orozco, le pusieron nombre de puta. Desde muy joven tuvo que demostrar que como tú no te comas a la vida, la vida te come a ti. Y ella no estaba dispuesta a ser comida, así que con el asesinato de su padre, un estorbo y un sufrimiento para ella, inicia una terrorífica carrera de artimañas de todo tipo con el único fin de preservar la unidad familiar. Más padrino no puede ser el argumento, todo por la familia, aunque para ello haya que dejar alguna que otra mancha por el camino.
El universo Orozco está tejido por un entramado de engaños, pasiones, venganzas,amores posibles e imposibles, supervivencia, secretos de familia, toros y toreros(sin caer en la caspa), homosexualidad no reconocida, odio, falsas apariencias... En fin, todos los ingredientes necesarios para convertirla en una auténtica telenovela, eso sí, sin salir de las fronteras españolas.
Aunque, además de su argumento y de la genial interpretación de la Velasco, super conseguida como la mala malísima de la película (algo a lo que nos tiene poco acostumbrados Concha), destacaría de la serie la escenografía y su puesta en escena. Muchas secuencicias parecren sacadas de una obra de teatro, sobre todo, las que transcurren en la mansión Orozco, por la distribución de los personajes y los movimientos de cámara. Pero, sin duda, lo mejor son los diálogos y las frases lapidarias de Carmen, del estilo: "en esta casa no se suicida ni dios" o "me fio mas de mí que de Dios".
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