sábado, noviembre 11, 2006

De Supernnany a Queer as Folk



No me había percatado hasta ayer noche, ya de madrugada (y eso que un viernes a las 12 de la noche no soy ni la mitad de la persona que soy habitualmente), de lo acertado de la programación de Cuatro para la noche del viernes. Para afianzar su imagen de cadena moderna, liberal y progre, nada mejor que programar seguidos y sin apenas una tira de anuncios publicitarios a Supernanny con Queer as Folk. ¡Brutal! Lo que yo les diga. Me imagino a más de una familia 'bien' enseñando a sus hijos los buenos modales de esa señora, versión españolizada de la Señorita 'Rotermayer',para nada más finalizar con la sesión diaria encontrarse en sus pantallas a un grupo de tios bailando en calzoncillos y con poses obsenas. Vamos que a las señoras de abrigos y pintura a raudales le deben de faltar manos para tapar los cándidos ojitos de sus hijos o también me imagino al padre con el mando preparado para que nada más que terminen los créditos de Rocío cambiar corriendo a Menuda Noche.
Debo reconocer que soy fan de esa mujer pegada a un traje de chaqueta negro y que nunca se quita el bolso ni para reñir a uno de esos niños y niñas cafres que protagonizan su programa. ¿Por qué susurra siempre aunque hable a solas con la camara? ¿Es necesario que la cámara la siga cuando se marcha y aleja, aleja de la casa familiar? Supernanny debe ser como una pesadilla para los niños y niñas de España que ven como esta señora que nunca cambia su rictus inicial les prohibe hasta que se tiren un pedo, con perdón.
Tras disfrutar con las tretas de SuperRocío para que una madre soltera lograse dominar a su hija china, Cuatro me zambulló sin meditarlo en el munndo sexual de los chicos y chicas de Queer as Folk. En esta ocasión la serie hacía un guiño a las falsas apariencias a través de dos claros ejemplos. Por una parte, un telefilm que seguían los protagonistas y en el que sus personajes apostaban por una vida gay alejada del pecado y los vicios del sexo y por otra, un afamado escritor que seguía la misma línea editorial pero que en su línea personal todos sus mensajitos apocalípticos contra la promiscuidad caían en saco roto, convirtiéndose el buen hombre en la puta mayor del reino. En relación al telefilm y a modo de moraleja, uno de los protas de Queer, la loquita, trabaja para una pareja que se asemejaba a la de la serie, casta y fiel, pero poco a poco va descubriendo que detrás de esa apariencia se esconden... Adivínenlo... Sí, dos nuevas putas del reino. En definitiva que Queer si que no cambia su línea editorial y para ellos la vida siempre es sólo es sexo...

2 comentarios:

Manolo Lay dijo...

Mmmm... bueno, yo he visto un montón de capítulos de Queer as Folk y la verdad, no deja de quitárseme de encima la sensación de que estoy viendo una versión picante y gay de Melrose Place. ¿Será que lo he probado poco?

Anónimo dijo...

Con respecto a la Supernanny yo estoy muy perdido. ¿Es un programa de entretenimiento o realmente educativo? Porque eso de querer escribirle a niños de 4 años (que todavía no leen bien, ni escriben) unas normas en un póster...pues como que no. Por eso creo que es la excusa perfecta para sacar un reality con niños de por medio, ya que de otro modo sería ilegal. ¿O no?
Ah, ¿y por qué hay tanta gente enganchada a la nanny? Yo prefiero Callejeros, la verdad.
Queer as folk es harina de otro costal. Un poco heavy al principio, pero en la tercera y cuarta temporada todo va mejor. Y por fin, Michael se descubre como el gran fraude y lo patético que realmente es. Así como la gran persona que llega a ser Brian.
Too much sex? Bueno, creo que es una de las mejores maneras de mantenerse ocupado y de experimentar. A diferencia de la Supernanny, Queer as folk sí que es pedagogía. Aprendes, te cultivas en artes amatorias y (muchos) se olvidarían de joder a los demás.
Besucos desde el aire