¿Nunca han sentido ganas cuando han ido a Ikea a comprar de quedarse allí a vivir? Bueno, vale, me explico. Como está la tienda tan bien montada que parece una maqueta a tamaño natural con sus dormitorios, de todos los gustos y estilos, sus cocinas, baños, comedores, salones, oficinas... Vamos que tienen más muebles y complementos que los que podría soñar yo tener alguna vez en mi mini apartamento de Harinas.
Yo, confieso, cuando iba a comprar con mis padres a otra gran superficie del mueble (Mercamueble) soñaba que era mi gran casa. Era yo un niño, vamos, pero lo flipaba, con aquellos sofás y esas camas inmensas. Pues el Ikea ha revivido en mí esa sensasión y más aún después de leer en 20 Minutos (www.20minutos.com) que un cómico norteamericano se ha trasladado a vivir a un apartamentito de 65 metros cuadrados del Ikea de Nueva Jersey.
El original señor, que el año pasado visitó los 171 Starbucks de Manhattan en 25 horas (iniciativa que no secundaría por los precios desorbitados de esta cadena de cafeterías y el sabor tan extraño de sus productos), se hace llamar Mark Malkoffd y ha aprovechado al pie de la letra el lema publicitario de la firma sueca que preguntaba a los consumidores si "estaban preparados para aprovecharse de ellos". El tío se lo monta de miedo y ahora, tras hartarse de cafés o chocolates enlatados, quiere dormir en todas las tiendas de su condado. Vamos que si vas al Ikea de Nueva Jersey y por casualidad quieres ver su dormitorio, su "inquilino" te obliga a quitarte los zapatos, no le vayas a ensuciar la moqueta, y hasta planea celebrar una fiesta de inauguración, aunque el chollo le dure poco, hasta el sábado. Lo que peor lleva este vividor con todas sus letras es a la hora de ir al baño, ya que, recordemos, los baños son de atrezo y se debe conformar con el de empleados. Pero no hay ni el más mínimo problema, ya que estos lo están acogiendo como su mejor huésped.
En fin, lo que hace la gente por dormir en una buena cama. En la misma publicación, unas líneas más arriba aparecía un titular similar que anunciaba que un señor se había hecho pasar por enfermo para dormir en la camilla de un hospital. El tío se llevó dos años engañando a 93 centros hospitalarios y fingiendo falsas dolencias para dormir bajo techo y calentito. Vamos que aquí el que no se consuela es porque no quiere.
Esto me viene a colación para alabar la importancia de una buena cama y de sus correspondientes horas de sueños. La cama, señoras y señores, está hecha para dormir, para descansar. Déjense de tonterías. Lo dice una persona experta en cama y que tras realizar durante dos años muchísimas entrevistas llegué a la conclusión de que lo que más gusta hacer en la cama es dormir. Para el resto de necesidades fisiológicas hay muchos lugares y escenarios posibles, cama incluida, pero donde se ponga un buen colchón en el que roncar a piernas abiertas o acurrucado junto a la amohada que se quiten el resto de prácticas lícitas.
Por ello, desde aquí, hago un llamamiento a Ikea Sevilla para que me deje dormir al menos una noche en una de sus mini habitaciones de exposición...
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