domingo, febrero 20, 2011

Ahora le ha tocado a él

Ultimamente, y cuando digo ultimamente es muy ultimamente, Telecinco y sus derivados se han convertido en Tele Belén-Ubrique,por denominarlo de alguna manera. No hay momento que pongas la tele o programa en la cadena de Fuencarral que no esté hablando de Belén Esteban y, ultimamente, de su sometimiento a la prueba del polígrafo, que parece que ha descubierto la pólvora. Las declaraciones de la mal llamada Princesa del Pueblo ante la maquina de la verdad han vuelto a levantar ampollas, como siempre, y Telecinco que sabe que todo lo que diga la Esteban le reporta buenos beneficios, le saca partido todo lo que puede. Por ello, no hay programa de la cadena amiga que no se haga eco de este culebrón que ya llevan diez años estirando como un chicle y que, un día u otro, se romperá.
Pero mientras tanto, aquí saca partido hasta el apuntador, incluso, los que podríamos considerar los principales damnificados de esta historia, Jesulín de Ubrique y María José Campanario. Ya que, a pesar de lo poco agradable que les debe resultar a la pareja ver a esta señora hablando constantemente de ellos, parece que han decidido subirse al carro y sacar partido al asunto. A las últimas entradas por teléfono de la Campanario en algunos programas de televisión para defenderse a diestro y siniestro, se suma su marido, el principal protagonista, Jesulín de Ubrique, quien, al parecer, negocia una entrevista con la revista Hola hablando de su relación con Belén Esteban. Al parecer lo que podría cobrar el diestro aún no está cuantificado, aunque se habla de cifras astronómicas.Su aparición sería en solitario, sin Campanario de por medio, para contar la que sería su verdad.
Por una parte, me parece bien que el Jesulín conceda esta entrevista y se beneficie económicamente de ello, como lo hacen terceros a su costa. Una forma muy bien remunerada de resarcirse de los posibles daños morales que este tipo de declaraciones y programas le hayan podido infringir. Aunque, como todo en la vida, esto también tiene su cara B y luego que ni el torero ni su feliz y orgullosa esposa se quejen de falta de intimidad o de que se meten en su vida; cuando ellos también entran en el juego y lo rentabilizan. El que algo quiere algo le cuesta.

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