Al fin un Viernes Santo

Los cofrades del Viernes Santo son los que mas padecen de las cervicales ya que se levantan cada mañana de viernes mirando al cielo. Y no es para menos ya que en los últimos años rara ha sido la jornada en la que la lluvia no haya aguado la fiesta. Por eso, en esta ocasión, las cofradías del Viernes Santo echaron el resto por las calles y disfrutaron de lo lindo, recreándose en cada esquina, por todos esos viernes en los que el azar les impidió cruzar el dintel de la puerta de su templo.
De lluvia, carreras y pasos andando bajo la lluvia sabe un rato la hermandad de La Carretería. Una cofradía para disfrutarla de principio a fin, ya que tiene ese toque añejo, clásico, elegante de las cofradías del Baratillo. Por eso, contemplar sus dos pasos, el misterio impresionante en caoba y su palio romántico por la zona de Gamazo, Barcelona o Plaza Nueva es todo un lujos.
Muy cerca, otra cofradía de las románticas, la Soledad de San Buenaventura, también sale a la calle en una soleda tarde. Virgen sola ante la cruz de Cristo en el monte Calvario que pasea con elegancia su soledad por toda sevilla. La canastilla de este paso es digna de admirar en cualquier rincón en el que se disfrute de su paso.
Y Triana no podía faltar en esta jornada y por partida doble. Había en Sevilla ganas de ver al Cachorro por el centro, tras varios años truncados por la lluvia, y el crucificado con más garbo de Sevilla parecía que lucía mejor que nunca. Impresionante el paso de este Cristo trianero que levanta pasiones a su paso, sobre todo en la vuelta por la zona del Baratillo o el puente de Triana. Y tras el Cachorro, La O, última dolorosa coronada, que ha paseado en este Viernes Santo por toda Sevilla. Olvidada cofradía a la sombra del de la calle Castilla, pero otra de esas piezas del romanticismo que no se deben perder, sobre todo a la ida para la catedral por el puente, cuando comienza a caer la tarde y el nazareno o, popularmente conocido, Jorobaito de Triana, y el palio de La O, dejan bellas estampas sobre el río.