viernes, marzo 21, 2008
Ole, ole y ole
Después de vivir una Madrugá como la vivida la pasada noche o, mejor dicho, después de terminar la madrugada con la hermandad de la Esperanza de Triana a su paso por El Baratillo sólo me sale escribir ole, ole y ole, vivan las papas con coles. Ole, porque no se puede tener una hermandad más bonita desde principio a fin, sobre todo en lo que a titulares y pasos se refiere; Ole, porque no se pueden llevar mejor esos pasos por la calle de Sevilla, con una mezcla de arte y elegancia, que es lo que está ganando la Esperanza con los sones de la banda de Santa Ana; y ole, porque hermandad, Cristo y Virgen, más flamenca que esta, ninguna. Enhorabuena a los que han elegido el originalísimo y trianero exorno floral de los pasos y mis más sinceras felicitaciones al vestidor de la Señora que lleva dos años dejándome con la boca abierta. Lo dicho, no se puede ir más guapa.
Pero de Esperanza no sólo vive la Madrugá, aunque otra Esperanza, la Macarena, también se busca un hueco en una noche tan mágica, en la que todas las miradas están clavadas en ella. Vaya elegancia y porte el de este palio por las calles de Sevilla. Si con mirarla a la cara sobran las explicaciomes de por qué es la reina de Sevilla. No por la corona, ni por los oros, bordados o enseres de su palio, la Macarena tiene un señorío que sólo las reinas lo tienen.
Y el negro también es protagonista. Ruán para dos cofradías de antaño, serías, rectas y severas en su caminar. Por una parte, Silencio y Concepción por Placentines y Argote de Molina con la Giralda como testigo. El palio de plata de esta dolorosa es una de las grandes joyas de la Semana Santa de Sevilla; y por la otra, por el Arco del Postigo y calle Arfe, el Cristo, sí, el Cristo de Sevilla, Gran Poder. Si parece que camina solo entre la mirada antenta de sus fieles, distraida esta madrugada por los bordados de una túnica, muy bella, pero a la que no nos tiene acostumbrado el Señor de San Lorenzo.
Y nada mejor que un puente, un río y el barrio de Triana al fondo para decir adiós, ya con la mañana del viernes bien entrada a la Madrugá. Allí vuelve la Esperanza.
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