Ha sido como un paréntesis en una Semana Santa que comenzaba intensa. Como una pausa o un stand by. Como si nunca hubiera ocurrido, pero lo ha hecho y eso es lo negativo, que ahora tengo la snsasión de que no ha habido Miércoles Santo. Como si me hubiese dormido en la madrugada del miércoles, después de ver a la Virgen del Dulce Nombre y no hubiese despertado hasta ahora, mañana de Jueves Santo, que, por ahora, parece apacible.
Ayer llovió y eso es algo que descoloca mucho a los cofrades sevillanos que andan como perdidos, sin rumbo, por las calles en busca de una cruz de guía, de unos nazarenos, de una banda y un paso, tanto de Cristo como de Palio. Aunque la comparación parezca horrenda, me recuerdan a esas imágenes de la guerra cuando la gente deambula sin rumbo fijo, al haberlo perdido todo.
Pdero en estas jornadas de lluvia, aunque vuelva a parecer malvado, se viven las imágenes más impresionantes de la Semana Santa. Nazarenos deambulando bajo la lluvia, bien camino de la capilla, a la espera de que le digan "no vamos a realizar la estación de penitencia, o bien de regreso a casa, resignado y pensando en una nueva semana de pasión.
Hay muchos días en el año para llover, decía ayer entre lágrimas una desconsolada nazarena, pero la meteorología es caprichosa e inesperada y nunca se sabe por donde va salir.
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